A veces luchar es simplemente
Dejarse llevar por la corriente
Sumergirse en el aroma del entorno
Encontrarse al final del camino
Y darse la mano
A veces luchar es;
estar en paz con uno mismo.
Elia Santos
A veces luchar es simplemente
Dejarse llevar por la corriente
Sumergirse en el aroma del entorno
Encontrarse al final del camino
Y darse la mano
A veces luchar es;
estar en paz con uno mismo.
Anoche en la soledad recordé
Los tiempos soleados, el cometa;
Que en el aire a lo lejos ondeaba
Para aquellos tiempos ya me consentían
Y me llamaban “La luz de mi vida”
Crecí consciente de ser “Lo mejor en sus vidas”
Y de grande me lo afirmaban cada día
Motivo fue para que yo me mostrara egocéntrica,
Como un bebé que comienza a vivir.
Me tocó aprender la realidad de la vida,
a veces con azotes, o con misericordia.
Así como las olas del mar
Que se levantan constantemente
Y como las nubes que se llenan con sus gotas,
Perfecta fue mi vida gracias a ti, mujer
Mujer de ojos castaños y manos gruesas
Que, en una mirada, el mundo se reflejaba
Los cuadernos me revisabas y yo sedienta
Devoraba tus lecciones.
Crecí segura y protegida gracias a ti, mujer
De cabello largo, que en las tardes más largas
Cepillé con devoción, y en los domingos
nos enseñábamos juntas a soñar y cuando
la oscuridad entraba por la ventana
nuestras memorias se encendían chispeantes.
Aprendí de Fe, a luchar y a ser valiente
Gracias a ti, mujer; cabellos de plata
Ojos de hierro, corazón galopante.
Ahora tengo el cálido aroma que reconforta cada día
Las tengo a las tres y lo tengo a él.
Hoy les puedo decir que la soledad
Ya no es mi asidua compañera, pero cuando llega
Pienso en ustedes tres.
Elia Santos
2020
¿Qué te dijo la luna acerca del corazón?
Que llorar hace que el corazón
Cargue menos y sienta más y
que las sonrisas hacen que palpite de prisa.
¿Segura? Reiré más ¡Que buen cardiovascular!
Tengo un mar de libros abiertos en mi memoria
Que lloran ausentes a mis ojos embriagantes
Un océano de historias no descubiertas
Ante un reloj que deja cada hora en el olvido
Inquieta ante las ideas más deslumbrantes
Mis ojos sobreviven a la prolongada sequia
Y ávidos son los recuerdos; efímeros y brillantes
Tengo miles de versos para recordarlos.
Al caer la noche, brillan las estrellas
Brillan las letras que he aprendido
Y bailan sobre las paginas estrujadas
Que de tanto uso ya saben a miel.
Elia Santos
Lo amo, más allá de la vida
Más allá del vuelo de los dos pájaros
He volado junto a usted
Sin miedos ni sanciones
He volado con amor
He hecho el nido y me he quedado
La tibieza de sus hojas me protegen
La confianza y la paz me llenan
La armonías que hoy habito
No se extiende al nido que dejé
Está solo y no hay forma de volver.
Elia Santos (julio 2020)
Las calles polvorientas de un pueblo meditan; los años de travesía, los caminantes errantes, La vida en cada pisada, que no llega a nada. En la esquina solitaria, se esconde una pareja Dejan un beso; entre polvo y maleza. Junto a la iglesia, cada domingo, Feligreses se llevan sus oraciones en cada paso. Las calles de un pueblo gritan y luego se esconden; entre sonrisas, llantos y malhechores. Al final es lo mismo; todos se van, Nadie regresa. Las calles de un pueblo meditan… Elia Santos 2020
A orillas de las aguas recogidas en la luz regular del suelo unidas como si juntas siempre caminaran, solas, parecería que se amaran, en la sal de la espuma con estrellas, sobre la arena bajo el sol las huellas de nuestros pies desnudos tan lejanos, y mudos. Dejando una promesa dibujada nuestra voz entretanto ensimismada se divide en el aire y atraviesa la azul crueldad de la naturaleza mientras solos cruzamos la playa y nos hablamos.
Su nombre era Silvina Inocencia Ocampo, y fue una reconocida escritora argentina, que supo romper convencionalismos de la época y volver ordinario lo extraordinario. Se asocia su nombre al de Jorge Luis Borges, el precursor del boom latinoamericano, ya que era su amiga. Su marido, el escritor Adolfo Bioy Casares, era un gran amigo del autor de Ficciones.
Desgraciadamente, durante mucho tiempo su obra fue opacada por ambos y por su hermana Victoria. Pero en la actualidad, se reconoce su grandeza como escritora, y se ha vuelto una de las fundamentales de la literatura argentina.
En su obra poética (ya que se destacó también como narradora) encontramos que estuvo apegada al principio a la forma clásica de hacer poesía. Pero más adelante, en los versos de su último tiempo, supo encontrar un estilo propio que fue reconocido como genial.
Las poesías de Silvina muestran un poco la relación con su marido, al que amó profundamente. En esta que acabamos de leer, me gustó mucho la descripción que realiza del entorno. Con pocas palabras nos hace ver la imagen de las huellas como una metáfora de un camino recorrido juntos (“como si juntas por siempre caminaran”).
Si observamos bien, ella traslada sus sentimientos a las huellas, diciendo que pareciera que ellas “se amaran”. Y aunque la figura de unas huellas en la arena nos hace pensar en algo que es efímero y desaparece, el amor que se demuestran es lo que queda, y eso es eterno.
De fondo existe una promesa mutua, un diálogo amoroso, que frente a “la azul crueldad de la naturaleza” no tiene temor. Porque todo podrán atravesarlo juntos, sin miedo de lo que pueda acontecer. Nada más existe y nada más importa, porque ellos atraviesan la playa “solos”. ¿Acaso existe algo más alrededor cuando estamos enamorados?
Quería hacerles conocer este poema y a esta autora, para que busquen la oportunidad de leer más de su obra. Mientras tanto, ¿qué te pareció esta poesía? ¿Sintieron alguna vez lo mismo que Silvina? Los leo en los comentarios.
Mientras el mundo siga rodando;
tu escribe.
Que nadie entorpeza
tu lápiz gastado,
que tus manos no cedan ante el agobio.
Mientras haya mundo;
la vida sigue.
Deja que siga entre garabatos y café amargo,
es una forma noble
de honrar a un mundo
un mundo de historia, en cada lápiz.
Que rueda a tropezones
Y se desbalanza por los ciegos
No permitas que tropiece en tus manos.
Era la luz que alumbraba el día de muchos,
para otros era la dulce fragancia de la noche;
La niña de dieciséis años.
Sus ojos eran la luz del sol,
su risa opacaba cualquier flor,
su alegría tenía los colores del arco iris.
Pero un día, la oscuridad la envolvió.
La niebla cerró todos sus senderos,
el viento silbó más fuerte,
las aves se quedaron quietas en sus nidos.
Los infames gozaban a escondidas.
en una pútrida sociedad,
algunos murmuraban;
—¡Estaba llena de vida!
—Era tan joven, era una niña.
—Ella llevaba vida a todos lados.
Ellos no son conscientes que desde nacemos
Estamos llenos de muerte
Más cuando la impunidad impera.
Elia Santos
2020